Se refiere a un "instrumento afilado para labrar madera y cortar leña," que también era utilizado como arma en batallas. Proviene del inglés antiguo æces (en el dialecto de Northumbria, acas), que significaba "hacha, pico, hachuela." Con el tiempo, evolucionó a æx. Su raíz se encuentra en el protogermánico *akusjo, que también dio lugar al antiguo sajón accus, al nórdico antiguo ex, al frisón antiguo axe, al alemán Axt y al gótico aqizi. Esta palabra, a su vez, proviene del protoindoeuropeo *agw(e)si-, que significaba "hacha" y que también es la raíz de la palabra griega axine y del latín ascia.
The spelling ax is better on every ground, of etymology, phonology, and analogy, than axe, which became prevalent during the 19th century; but it is now disused in Britain. [OED]
La ortografía ax es superior en todos los aspectos: etimología, fonología y analogía, en comparación con axe, que se volvió común en el siglo XIX; sin embargo, ahora se usa poco en Gran Bretaña. [OED]
The spelling ax, though "better on every ground, of etymology, phonology, & analogy" (OED), is so strange to 20th-c. eyes that it suggests pedantry & is unlikely to be restored. [Fowler]
Aunque la ortografía ax es "mejor en todos los aspectos, de etimología, fonología y analogía" (OED), resulta tan extraña para los ojos del siglo XX que sugiere pedantería y es poco probable que se recupere. [Fowler]
El significado de "instrumento musical" se registró en 1955, originalmente como jerga del jazz para referirse al saxofón. En el ámbito del rock, el uso de la palabra para "guitarra" data de 1967.
La expresión have an axe to grind proviene de un ensayo publicado el 7 de septiembre de 1810 en el "Gleaner" de Luzerne (Pensilvania), escrito por el editor y político estadounidense Charles Miner (1780-1865). En él, un hombre halaga a un niño para que este le ayude a afilar su hacha, y luego se va sin agradecerle ni recompensarle. Este relato fue incluido en una colección de ensayos publicada en 1815, titulada "Essays From the Desk of Poor Robert the Scribe." La historia, titulada "Who'll Turn the Grindstone?" ha sido erróneamente atribuida desde finales del siglo XIX a Benjamin Franklin, un error que se ha perpetuado en obras como la edición impresa del OED, el "Century Dictionary" y muchas otras (aunque Bartlett's "Familiar Quotations" ha corregido esta confusión desde 1870).