Etimología y Historia de charming

Alrededor de 1300, charmen, que significa "recitar o lanzar un hechizo mágico". Proviene del francés antiguo charmer (siglo XIII), que se traduce como "encantar, llenar a alguien de deseo (por algo); proteger, curar, tratar; maltratar, dañar". Este término tiene raíces en el latín tardío carminare, que a su vez proviene del latín carmen, que significa "canción, verso, encantamiento, fórmula religiosa" (consulta charm (n.)).

En el francés antiguo, se usaba tanto para actividades mágicas como no mágicas. En inglés, el significado de "ganar la aprobación al tratar de manera agradable, deleitar" se documenta desde mediados del siglo XV. La acepción más débil de "ser muy placentero" aparece a principios del siglo XVIII. Charmed como respuesta convencional a un saludo o encuentro (abreviatura de I am charmed) se atestigua desde 1825.

El término se popularizó en 1837, proveniente del francés Roi Charmant, que era el nombre del héroe en "L'Oiseau Bleu" de la Comtesse d'Aulnoy (publicado en 1697). En inglés, este personaje fue adoptado en cuentos de hadas locales, como "La Bella Durmiente" y "Cenicienta".

As for me, I have always agreed with the fairy books that the moment when Prince Charming arrives is the perfect climax. Everything that goes before in the life of a girl simply leads up to that moment, and everything that comes after dates from it; and while the girl of the twentieth century, sallying forth in search of adventure, may not hope to meet at the next turn a knight in shining armor, or a sighing troubadour, she does hope, if she is normal and has the normal dreams of a girl, to find her hero in some of the men who pass her way. [Temple Bailey, "Adventures in Girlhood," Philadelphia, 1919]

En lo personal, siempre he estado de acuerdo con los libros de hadas en que el momento en que llega el Príncipe Encantador es el clímax perfecto. Todo lo que precede en la vida de una chica simplemente conduce a ese instante, y todo lo que viene después se basa en él; y aunque la chica del siglo XX, al salir en busca de aventuras, puede que no espere encontrar en la próxima esquina a un caballero de brillante armadura o a un trovador suspirante, sí espera, si es normal y tiene los sueños típicos de una joven, encontrar a su héroe en algunos de los hombres que se crucen en su camino. [Temple Bailey, "Adventures in Girlhood," Filadelfia, 1919]

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